Todos nosotros hemos experimentado una o más veces,la dicha de enamorarnos,y la desgracia de vivir el desamor.
Cuando ocurre lo primero,sólo sientes cosquillas en el estómago;la persona que te gusta y que has comenzado a amar se convierte en la más maravillosa de todas y todo tu mundo se reduce a ella.No te imaginas tu vida sin ella e incluso en algunos momentos,la ilusión te hace girar sobre ti mismo,tambaléandote y provocando que puedas cometer las más locas tonterías.
Sin embargo,cuando sucede lo segundo,como tu mundo se reduce a esa persona,todo se desmorona a tu alrededor.Quieres desaparecer y tu dolor se apodera de ti,por mucho tiempo.
Según cómo sea cada uno,se pasan una o varias fases,y en diferente orden,hasta conseguir que ese dolor que te ahoga,que no te deja respirar,pierda fuerza y quede dormido,como escondido,pero convertido en un escudo invisible que colocas inconscientemente como protección para intentar,de algún modo,que nadie vuelva a hacerte daño.
Pero préstame atención.El ser humano necesita alimentarse del amor,y mucho más si ya lo has conocido antes.Alguien aparecerá de pronto para poner del revés el mundo que has logrado construir en soledad.
Y mientras no aparece,comenzarás a vivir de pequeñas ilusiones,tus noches se llenarán de sueños,darás más valor a la amistad,disfrutarás de alguna que otra afición,lucharás por tu familia,por el trabajo,tu día a día...y seguirás adelante,pasito a pasito,respaldado por familiares y buenos amigos,y por el mejor compañero que puedes encontrar,tú mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dar tu opinión.
Se agradece crítica constructiva.